Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

martes, noviembre 07, 2006

La presbiacusia

A pesar de que existen muchas personas que llegan a la tercera y cuarta edad con un aceptable sentido del oído, lo común es que esta capacidad vaya declinando con el tiempo. En algunos viejos esta declinación, denominada presbiacusia, es muy marcada, y puede originarse en distintos problemas fisiológicos.
La pérdida de la capacidad de audición puede iniciarse a partir de los 40 años en algunas personas hereditariamente predispuestas. En general, avanza lenta pero progresivamente, hasta manifestarse con claridad hacia los 60 años. Finalmente, en los ancianos que integran la llamada cuarta edad, llega a un nivel de sordera importante, capaz de afectar la capacidad de comunicación y sociabilidad.
El nombre presbiacusia deriva del griego: presbyte, que significa viejo, acusia, que refiere a oír. Según el problema que aqueje a la persona, puede tratarse de una presbiacusia sensorial, nerviosa, de conducción coclear o por atrofia de la estría vascular. En todos los casos, se va produciendo progresivamente una disminución en la curva audiométrica, que comienza a hacerse evidente en primer lugar sobre los tonos agudos y paulatinamente va afectando los más graves. Uno de los orígenes de este problema muchas veces tiene que ver con la ingesta desmedida durante toda la vida de tabaco o alcohol, pero también puede ser ocasionado por el colesterol, el exceso de ruido, las dietas mal equilibradas y poco controladas e, indefectiblemente, a los factores hereditarios.
La pérdida de la audición no es un fenómeno que se presenta en forma repentina, sino que sus efectos se van percibiendo paulatinamente. Hay varios síntomas que van indicando la aparición del problema. Será necesario subir cada vez más el volumen del televisor o la radio, o pedir a los otros que hablen más alto porque, a pesar de oír a alguien hablar, no se entiende lo que dice.
Ante la aparición de estos síntomas, es necesario recurrir inmediatamente a un profesional calificado, como son el fonoaudiólogo y el médico otorrinolaringólogo, para llegar a un diagnóstico real de la situación. La mayoría de las veces se trata de problemas de fácil o viable solución, siempre que se detecten a tiempo y se utilicen las ayudas auditivas adecuadas. En general, estos recursos son los audífonos, prescriptos en la mayoría de los casos, y una intervención quirúrgica, que puede ser una opción para otros.
Entre las muchas pérdidas que puede sufrir una persona con el avance de los años, la presbiacusia le propone un problema de doble riesgo. No sólo tendrá dificultades auditivas, sino que esto le planteará un difícil obstáculo para la comunicación, poniéndola en riesgo de perder contactos y compañías. Casi sin darse cuenta, se deja avanzar el riesgo de caer en uno de los problemas más característicos y más graves de la vejez: la soledad. Problema que cada vez más, por la desvalorización que muchas veces sufren los ancianos en nuestras sociedades, lleva a la depresión y a la enfermedad o, incluso, a la muerte anticipada. Cuando este problema no es visualizado en toda su dimensión, una familia puede cansarse de hacer esfuerzos por comunicarse con su abuelo, el cual pasará a segundo plano de las escenas familiares. Es el caso de muchos viejos que, por falta de información, por desinterés o por falta de estímulo, renuncian a la posibilidad de volver a estar conectados con el mundo. Recuperar audición es reconquistar la calidad de vida. Gracias a los audífonos es posible que la persona anciana vuelva a participar activamente en su círculo familiar, que recupere el placer de volver a su anterior vida social y que reciba una segunda oportunidad para disfrutar de los estímulos sonoros que continuamente se suceden a su alrededor. El audífono es la ayuda auditiva que permite oír y entender sonidos de la forma más natural; es la solución más eficaz y menos agresiva que permite recuperar niveles auditivos prácticamente iguales a los que se tenían antes del inicio de la pérdida de audición. Actualmente, los audífonos son diseñados de forma tal que son casi imperceptibles a la vista, y de muy fácil acostumbramiento para quien los usa. Para los casos en que resulta muy difícil la recuperación, y aun imposible, la imaginación hará surgir nuevos recursos de comunicación, apelando a otros sentidos, como la vista y el tacto.