Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

martes, mayo 29, 2007

Tras el ejercicio físico, la cerveza favorece la rehidratación de los deportistas

La ingesta moderada de cerveza tras el ejercicio físico favorece la rehidratación de los deportistas, sin perjudicar sus capacidades psicocognitivas, según recientes investigaciones elaboradas por nutricionistas, que recomiendan incluir esta bebida en la dieta diaria de los atletas. Las conclusiones de estos estudios científicos han sido expuestos en la conferencia "Cerveza, Deporte y Salud" celebrado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada (España), donde se aludió a las propiedades antioxidantes de esta bebida que, a su vez, resulta favorable para el sistema cardiovascular. En rueda de prensa, el cardiólogo y ex base de la selección española de baloncesto (subcampeona Olímpica -Los Ángeles'84-) y del Real Madrid, Juan Antonio Corbalán, aseguraba que la cerveza tiene un perfil "excelente" para conseguir una hidratación eficaz del organismo tras el ejercicio físico. Corbalán destaca que el bajo contenido alcohólico de esta bebida es "absolutamente compatible" con el rendimiento deportivo de alto nivel, "siempre que se tenga en cuenta que la cantidad de cerveza ingerida sea adecuada a nuestra capacidad de metabolizar el alcohol", aludiendo a la necesidad de eliminar determinados tabúes respecto al zumo de cebada, "la primera bebida para el deportista después del agua", afirma.
El catedrático de Fisiología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, Manuel Castillo Garzón, indica que, según sus investigaciones, la ingesta moderada de cerveza no empeora las capacidades psicocognitivas de los deportistas, ya que no provoca la pérdida de campo de visión, ni implica un mayor número de errores. Añade que su consumo aumenta la tolerancia al esfuerzo físico y reduce el estrés que supone hacer ejercicio en condiciones extremas.



domingo, mayo 27, 2007

Síndrome de Piernas Inquietas

La falta de información acerca de esta patología dificulta el trabajo de los profesionales sanitarios y es una de las principales preocupaciones de quienes la sufren.
El Síndrome de Piernas Inquietas es un trastorno neurológico, que se caracteriza por la necesidad irresistible de mover las piernas y por manifestar sensaciones desagradables y/o molestas en las extremidades inferiores, sobre todo en situación de reposo.
El estrés, o las enfermedades reumáticas pueden confundir el diagnostico del síndrome de piernas inquietas, enfermedad que el 80 por ciento de los pacientes desconocen padecerlo.
Los pacientes lo describen como "escalofríos u hormigueos" que se alivian parcial o totalmente con el movimiento y se producen principalmente en estado de reposo, sobre todo durante las horas de descanso. Además de padecer las molestias que este síndrome conlleva, los pacientes sufren también las consecuencias del infra-diagnóstico, ya que ocho de cada diez personas que lo padecen están sin diagnosticar.
Según el doctor Diego García-Borreguero, "diversos estudios realizados en diversas partes del mundo occidental muestran que entre el 5 y el 10% de la población de entre 18 y 65 años padece esta enfermedad. Esta cifra es aún más elevada en las personas mayores. La inmensa mayoría de las personas afectadas desconocen que padecen este cuadro, ya que bien ellos o sus médicos suelen atribuirlo, por error, a problemas de circulación, enfermedades reumáticas, estrés, depresión, etc. Actualmente, solo unos pocos reciben el tratamiento adecuado".
"La denominación de Síndrome de Piernas Inquietas es puramente descriptiva. Los síntomas esenciales para describir esta enfermedad son: una sensación imperiosa de mover las piernas cuando están en reposo, que los pacientes describen como inquietud y que esta inquietud mejora y se alivia sólo cuando mueven las piernas", explica el doctor Alex Iranzo. "Una vez eliminadas las molestias con los tratamientos actuales, las personas afectadas notan, en pocos días, una mejoría del sueño y de su calidad de vida. No obstante, el mayor escollo para las personas afectadas estriba en dar con un diagnóstico eficaz", señala.
El Síndrome de Piernas Inquietas puede aparecer en cualquier momento de la vida, aunque lo habitual es que se inicie entre los 40 y 50 años, con manifestaciones episódicas que van aumentando su frecuencia y severidad con el tiempo, hasta presentarse casi a diario. Según la doctora Francesca Cañellas, "este síndrome es particularmente frecuente en las mujeres, y la probabilidad de padecer esta enfermedad crónica aumenta en función del número de embarazos. Otros factores de riesgo son la edad y las situaciones de déficit de hierro. Se suele asociar a enfermedades crónicas como la diabetes, insuficiencia renal o la artritis reumatoide".
Según el doctor Víctor Manuel González "la mayoría de las dificultades con las que se encuentran los médicos de familia, que suelen ser comunes a la mayoría de los casos de patologías neurológicas, son la propia complejidad de la enfermedad, la existencia de sobrecarga asistencial, la falta de tiempo, o la necesidad de estar capacitado en todas las áreas clínicas. Y en el caso concreto del Síndrome de Piernas Inquietas la falta de información se hace aún más patente: aspectos epidemiológicos, clínicos, de tratamiento, etc". "Sería deseable un mayor grado de divulgación e investigación que permita sacar a la luz esta patología oculta y evitar así los diagnósticos erróneos. Las enfermedades poco conocidas comienzan a dejar de serlo cuando se habla de ellas", explica el doctor González.
La investigación realizada para determinar la causa del Síndrome de Piernas Inquietas es continua y las respuestas son limitadas, pero los especialistas creen que éste puede tener causas diferentes que tengan entre sí algunos elementos en común. Los expertos opinan que se trata de una enfermedad genética en la que hay varios cromosomas relacionados. Existen indicios que apuntan a que el origen del Síndrome de Piernas Inquietas se debe a un trastorno del sistema dopaminérgico a nivel del sistema nervioso central. Esta alteración se manifiesta fundamentalmente en forma de déficit dopaminérgico, causando los síntomas por la noche y mejorando por el día. "Muchos de los afectados, aproximadamente el 50 por ciento, tienen familiares de primer grado (padres, hermanos, etc.) con el mismo problema. En estas últimas formas, también llamadas familiares, el progreso ha sido notable. Así, un estudio reciente realizado sobre gemelos con Síndrome de Piernas Inquietas ha podido mostrar que en aquellos casos en los que uno de ellos está afectado por la enfermedad, el riesgo del otro gemelo de padecerlo es del 85 por ciento, lo cual sugiere que la causa de la alta incidencia en algunas familias es principalmente de tipo genético", comenta el doctor García-Borreguero. "De esta manera, analizando el tipo de herencia de la enfermedad a lo largo de diversas generaciones de la misma familia se ha llegado a la conclusión de que el patrón de herencia responde a un mecanismo autosómico dominante, y que la edad de aparición de los síntomas suele ser menor con cada generación".



sábado, mayo 26, 2007

Incontinencia urinaria en adultos

El 70 por ciento de los que los que sufren pérdidas involuntarias de orina es mujer. La incontinencia urinaria entierra a diario a sus afectadas en la incomunicación, la vergüenza y el aislamiento. En parte porque su confesión sigue siendo tabú y en parte, también, porque muchas pacientes desconocen que existen soluciones terapéuticas eficaces que pueden alejarles para siempre del uso de los pañales. Acaban de ser presentados nuevos estudios que confirman la eficacia a largo plazo de una técnica quirúrgica y la satisfacción de sus usuarias. También se han conocido los resultados positivos de un ensayo con células madre realizado en Canadá. España empieza otro similar el próximo mes de septiembre. Los úrologos confirman que la incontinencia de orina, por fin, empieza a estar cercada.
Mientras los especialistas siguen afanándose por trasladar a sus compañeros de profesión y a la población que la incontinencia urinaria no es una consecuencia irremediable del paso del tiempo o de la maternidad y que hay solución, las afectadas continúan ocultando su secreto y conformándose con los absorbentes. «Los pañales son nuestros enemigos, nosotros no queremos condenar a nadie a llevarlos de por vida cuando hay terapias eficaces», recalca Edilberto Fernández, del Hospital Ramón y Cajal y director del servicio de Urología de la Clínica San Rafael (ambos en Madrid, España). Entre tanto ellas se resignan, muchos de sus médicos todavía hoy descuidan preguntar a sus pacientes si sufren pérdidas involuntarias de orina. A pesar, incluso, de que estos escapes están reconocidos por la Organización Mundial de la Salud como uno de los siete problemas que requiere mayor atención sanitaria. Más de 50 millones de personas lo sufren, en silencio, en todo el mundo. El panorama, visto así, pinta muy negro, pero los esfuerzos de los urólogos empiezan a dar sus frutos.
'Por fin algo se mueve en la Incontinencia Urinaria', es el título escogido por José Emilio Batista, responsable de la Unidad de Urodinamia del Centro Médico Teknon en España para un artículo publicado recientemente en la revista SEMERGEN, edita por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria en el que se reconocen los avances producidos tanto en el conocimiento de las razones que conducen al trastorno como en la constatación de algunas de las causas del éxito y del fracaso de los tratamientos. «Han cambiado muchas cosas. Ahora hay, por ejemplo, más fármacos, pero sobre todo existe un interés mayor por parte de los sanitarios en conocer cómo se diagnostica y se trata. Organizamos cursos de formación con frecuencia para ellos y para los ciudadanos y tienen una gran acogida», declara el doctor Batista.
La revista 'The New England Journal of Medicine' publica un estudio que consagra una de las técnicas quirúrgicas para este trastorno, el 'sling' suburetral -colocación de una malla de polipropileno- y desbanca claramente a la intervención estándar hasta hace unos años, la operación de Burch, conocida también como colposuspensión retropúbica.
Pese a que ambos procedimientos logran tasas de curación de entre el 80% y el 90%, tal y como se apunta en el nuevo trabajo, la persistencia de esta eficacia decrece con el tiempo en mayor medida con la operación de Burch.
«Los cabestrillos o sling empiezan a vislumbrarse como la mejor de las opciones para la forma de incontinecia más común: la de esfuerzo, (pérdida de orina que se produce por la actividad física o un esfuerzo, como toser, reír o estornudar). Además de que su colocación es rápida y sencilla y no requiere anestesia general», recuerda Luis Prieto, coordinador del grupo de trabajo de Urología Funcional, Femenina y Urodinamia, de la Asociación Española de Urología. Para este especialista, una de las formas de valorar realmente si un procedimiento médico es efectivo y cumple con su misión pese al paso del tiempo es realizar «cuestionarios que reflejan la satisfacción de las pacientes, un aspecto que precisamente refleja el nuevo trabajo. Los galenos tenemos que estar cerca de las pacientes para saber si están curadas y no guiarnos únicamente de las estadísticas recogidas en los ensayos clínicos», insiste. En el estudio, un total de 655 mujeres fueron asignadas a un tipo u otro de intervención. Los autores de la investigación, pertenecientes al Grupo de Trabajo de Tratamiento de Incontinencia Urinaria del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos puntualizan: «Es la primera vez que tenemos datos de una comparación meticulosa a largo plazo de dos técnicas quirúrgicas tan frecuentes en las mujeres».
Los resultados apuntan que las tasas de éxito a los dos años de la intervención son mayores con la colocación de la malla que con la intervención de Burch. Pero, además, un 86 por ciento de las que se sometieron a la colación del 'sling' se mostraron satisfechas con la intervención en comparación con el 78 por ciento de las sometidas a la técnica estándar. La mayoría de los especialistas se posiciona a favor de los cabestrillos. «Un 30 por ciento de las afectadas de incontinencia de esfuerzo requerirá cirugía para poder dejar de usar pañales y el cabestrillo suele ser la más recomendada. Pero esta opción terapéutica es la última, antes hay otras alternativas no quirúrgicas», recuerda el doctor Fernández. Así, la primera indicación efectiva en los casos de incontinencia urinaria leve o moderada es la rehabilitación del suelo pélvico. Este tipo de fisioterapia, en la que se incluyen las técnicas para el reentrenamiento de la vejiga o los ejercicios de Kegel está destinada a fortalecer los músculos cercanos a la uretra. Adicionalmente, puede utilizarse la estimulación eléctrica, cuyo fin es provocar una contracción pasiva de las fibras musculares del suelo pélvico. Se realiza mediante la aplicación de una sonda vaginal o rectal con electrodos por los que se transmiten los impulsos eléctricos.
Las técnicas de 'biofeedback' son aquéllas en las que el paciente logra, a través de unos parches que se colocan sobre los músculos y que están unidos por un alambre que se conecta a una pantalla de televisión, que el afectado con ayuda del terapeuta sepa exactamente cuándo se están ejercitando los músculos apropiados. Asimismo, pueden usarse conos (pesas de distintas medidas) que se colocan en el interior de la vagina y que la mujer debe tratar de retener en su interior.
También recientemente se ha dado a conocer, durante la celebración del congreso anual de la Asociación Americana de Urología que ha tenido lugar en Anaheim, Estados Unidos, los resultados de un trabajo canadiense sobre la eficacia de las células madre en la incontinencia urinaria. Los autores, pertenecientes a la Universidad de Pisttsburgh (EE.UU.) y al Centro de Ciencias de la Salud Sunnybrook en Toronto (Canadá), sometieron a una biopsia de tejido muscular a ocho mujeres con pérdidas de orina por esfuerzo. Tras la extracción, aislaron y expandieron las células madre de la muestra en un cultivo. Posteriormente, las participantes recibieron inyecciones de sus propias células madre en el área situada alrededor de la uretra. Estos implantes se realizaron con agujas de ocho y 10 milímetros. Al año de realizarse la terapia, cinco de las ocho pacientes aseguraron tener mayor control de la vejiga y una mejoría en su calidad de vida sin haber experimentado efectos secundarios ni a corto ni a largo plazo. El equipo de Toronto no es el único que ha depositado su fe en las células madre para acabar con los escapes involuntarios. Así, en España, ya está diseñado un estudio cuya fase I se iniciará el próximo mes de septiembre. El escenario del ensayo: la Clínica Universitaria de Navarra; las protagonistas: 15 afectadas de incontinencia urinaria y el 'padre' de la investigación, José Enrique Robles, del departamento de Urología. «El planteamiento de esta nueva técnica nace gracias a la experiencia en el uso de células madre para la regeneración miocárdica en la insuficiencia cardiaca, que se lleva a cabo en el área de Terapia Celular de la Clínica. Hasta ahora, la veteranía mundial en este campo alcanza apenas un poco más de media docena de casos en Canadá y unos 180 en Austria. Pero nosotros trabajamos la técnica de forma distinta tanto en la obtención como en el procesamiento de las células y en la forma de implantarlas», reseña el doctor Robles. Este especialista reconoce que tres de las participantes ya han sido sometidas al procedimiento, tras haberles extraído entre tres y cuatro gramos de tejido muscular de la pierna. Con esta cantidad, a las seis semanas de cultivo, se obtiene un número suficiente de células madre para el implante: 50 millones. «Mientras que en Austria utilizan colágeno como medio de soporte para inyectar las células madre, nosotros usamos el propio plasma de la paciente y las implantamos en el esfínter uretral externo guiados por ecografía», insiste. Tanto él como su equipo creen en las posibilidades de este método, pero «siempre hay que mostrarse cautos. Todavía estamos en la primera fase del ensayo y queda mucho por hacer».
Otro de los futuros enemigos de los pañales que actualmente está siendo evaluado por la agencia estadounidense que regula los medicamentos y los fármacos (la FDA), es el bautizado como Terapia de Continencia Ajustable (ACT, siglas en inglés), que consiste en la introducción de balones a la salida de la vejiga que, al hincharse, aumentan de tamaño y comprimen la uretra impidiendo el escape de la orina. Sin embargo, y pese a que los investigadores de la Universidad de Emory, en Atlanta (Estados Unidos) que han realizado el ensayo con este sistema en 160 pacientes afectados por incontinencia urinaria de esfuerzo por problemas en el esfínter defienden su eficacia, algunos expertos consultados disienten de las bondades atribuidas a este nuevo producto y afirman que no hay datos suficientes que avalen su valía. En cambio, la tóxina botulínica (conocida por su poder antiarrugas) parece tener más adeptos que la ACT. «El botox es útil en la incontinencia de urgencia, que se caracteriza por las ganas irrefrenables de ir al servicio y se inyecta en el músculo de la vejiga, provocando su relajación. La contracción continua del mismo es lo que hace que el paciente tenga ganas frecuentes de orinar», recuerda el urólogo del Hospital de San Rafael.
A la espera de que estas futuras terapias logren desterrar los pañales de los adultos, los especialistas reclaman la necesidad de concienciar a la población de declarar la existencia del problema y la obligación de los médicos de velar porque éste no se oculte.



jueves, mayo 24, 2007

Uno de cada cuatro epilépticos son resistentes a la medicación y tienen poca calidad vida

La epilepsia se controla con fármacos en más del 70% de los casos, pero un 25% de los pacientes son resistentes a la medicación y tienen una calidad de vida muy mermada. En esos casos, aunque la neurocirugía puede ser una opción, las intervenciones quirúrgicas "tampoco ayudarán a estos pacientes", según explica el neurólogo Antonio Gil-Nager, del Ruber Internacional, en un seminario dedicado a esta dolencia, organizado por los laboratorios Pfizer.
La epilepsia es un trastorno neurológico que puede estar causado por multitud de factores, desde causas genéticas, hasta accidentes y traumatismos, crisis febriles o adicciones como el alcohol o las drogas (especialmente la cocaína y las anfetaminas). Gil-Nager explica que no sólo el origen es variado, sino también la propia enfermedad, que se puede manifestar en muchos distintos tipos de crisis: generalizadas (cuando se producen en todo el cerebro), o focales (sólo se dan en uno de los dos hemisferios). Precisamente esa diversidad es lo que hace más difícil detectar la enfermedad, que se manifiesta desde pérdidas breves del estado de consciencia (de unos segundos de duración casi imperceptibles para el paciente y la familia), a temblores, pérdidas de memoria, o crisis más graves con convulsiones. Todo ello, unido a que no hay ninguna prueba concreta que sirva para diagnosticar la enfermedad y a que los propios pacientes tienden a ocultarla, hace que los neurólogos tengan grandes problemas para hacer un diagnóstico. Gil-Nager comenta que hay que tener en cuenta que las crisis epilépticas representan (en la mayor parte de los casos) aproximadamente el uno por ciento de la vida de una persona pero los trastornos de aprendizaje y las alteraciones emocionales que causa esta enfermedad reducen mucho la calidad de vida de estas personas.
Sobre los casos más graves, María Espinosa, psicóloga del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento de la Universidad de Granada (España), explica que tienen problemas de memoria, de atención, de razonamiento, de planificación, es decir, toda una batería de herramientas necesaria para cualquiera que quiera o intente llevar una vida normal. Para Espinosa, lo más recomendable es hacer una evaluación en profundidad del paciente e intentar buscar un tratamiento que se adecúe a sus carencias y necesidades y que esté realizado no sólo por neurólogos, sino también por psicólogos y psiquiatras.



lunes, mayo 21, 2007

Ortorexia, la obsesión por comer sano

Nutricionistas y psicólogos alertan de un nuevo problema alimenticio denominado ortorexia o la obsesión por comer productos sanos, dado el creciente número de personas que comienzan a sufrir este trastorno.
Javier Aranceta, premio Grande Covián 2007 y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra (España), constata que es un "fenómeno creciente" que, con el paso de los años, puede equipararse a otros problemas de salud como la anorexia, la bulimia o la obesidad, salvo que se tomen medidas preventivas para frenar su progresión, entre las que destaca la educación desde la infancia en hábitos alimenticios sanos.
Cuanto más "severa" es la obsesión y si se excluyen alimentos básicos, prosigue el experto, la ortorexia puede derivar en desnutrición, anemia, pérdida de masa ósea, carencias de vitaminas y minerales, debilidad y un alto riesgo de infecciones.
Algunos de los síntomas que pueden advertirnos de que algo no marcha bien, indica la psicóloga clínica Elena Borges, son "pasar horas en el supermercado" leyendo la composición de los alimentos e inclinarse únicamente por aquellos ecológicos, probióticos, dietéticos, integrales, sin aditivos, y con garantías de que no contienen conservantes, pesticidas ni herbicidas. Dedicar gran parte del día a decidir meticulosamente qué se va a comer, evitar actos sociales, comidas o cenas para no "caer en la tentación" de ingerir otro tipo de productos, pesar los alimentos y sentirse "enormemente culpable si uno se salta las normas" son indicios preocupantes, en opinión de la especialista. La falta de autoestima y el miedo al fracaso son otros condicionantes que acompañan a estos pacientes, apostilla, cuyo número se incrementa día a día en las consultas.
Los expertos apelan a otros factores que han desencadenado esta tendencia, tales como el denominado "culto al cuerpo" y la invasión publicitaria de productos supuestamente sanos o enriquecidos. Aranceta afirma que el ortoréxico se "atiborra" de un número determinado de productos funcionales con el objetivo de estar sano mientras que deja de consumir "el 80 por ciento de otros que son más saludables y básicos para el organismo". Los afectados, en muchos casos "hipocondríacos y excesivamente rígidos en sus comportamientos", terminan por sufrir excesos de determinadas sustancias mientras que carecen de otras fundamentales.
Cómo tratar el problema
Como consejo para estas personas, plantea un cambio escalonado de hábitos alimenticios que "seguro costará, pero es cuestión de ganas y voluntad", y "no esperar a enfermar para recurrir al cambio". "Hay que tratar este problema tomando conciencia de por qué se está centrando su vida en comer de esta forma", explica Borges, quien aboga por "fortalecer la autoestima" de estos enfermos, "valorando aquellos aspectos de su persona que no están cultivando y encajando bien sus errores y defectos". Es necesario, concluye, que reflexionen sobre las dañinas consecuencias que les pueden producir estas conductas y también "ampliar su círculo de amistades", si es posible "con personas optimistas, positivas y con un buen sentido del humor".



sábado, mayo 19, 2007

Analizan los beneficios de la dieta Mediterránea para el Alzheimer

La Sociedad británica del Alzheimer ha anunciado hoy el inicio de un nuevo estudio que analizará los posibles beneficios de la dieta Mediterránea, basada en la verdura, la fruta, los cereales y el pescado, para prevenir esta enfermedad.
Investigadores de esta organización examinarán los efectos del zumo de frutas, el vino tinto y el pescado azul en la incidencia de la dolencia, caracterizada por el deterioro cognitivo y los cambios en el comportamiento.
Según la ONG, el riesgo de padecer Alzheimer se dobla cada cinco años a partir de los 30, mientras que, cuando la persona sobrepasa los 80, la probabilidad de enfermar es de una entre seis.
El director ejecutivo de la Sociedad, Neil Hunt, señala que los primeros indicios sugieren que una dieta como la Mediterránea, donde los productos lácteos y la carne tienen menor presencia que en otras, puede ser "extremadamente beneficiosa".
"Nada va a garantizar una cura o la prevención de la demencia, pero creemos que hay cosas que se pueden hacer para reducir la probabilidad de padecer este tipo de enfermedades", dice.
"No queremos alentar falsas esperanzas, lo que esperamos es que este estudio produzca recomendaciones útiles para la gente", añade.
Los resultados del trabajo se darán a conocer el próximo julio.



martes, mayo 15, 2007

La calefacción, con moderación

Las casas con calefacción central suelen tener la temperatura alta. Este exceso de calor puede perjudicar la salud, según los médicos de la Sociedad Española de Neumonología y Cirugía Torácica, para quienes la temperatura ideal no debe pasar los 20º. De hacerlo, el calor excesivo podría producir un efecto similar al de algunos excitantes, que primero estimulan la actividad para luego deprimirla. Otro inconveniente es el de resecar las mucosas, principal defensa del organismo contra agentes infecciosos que causan catarros o gripes. Y especialmente vulnerables son las personas con bronquitis o enfisema pulmonar. Como solución, los médicos sugieren recurrir a un aparato humidificador o al recipiente con agua colocado encima del radiador.



lunes, mayo 14, 2007

Cómo y porqué avanza el proceso de envejecimiento

Contrariamente a lo que se piensa, no existen genes propios del envejecimiento, sino genes que dejan de expresarse con normalidad.
Uno de los mayores empeños de la comunidad científica es tratar de comprender cómo y porqué avanza el proceso de envejecimiento. Su comprensión, aseguran los investigadores, puede contribuir a frenarlo o, cuando menos, paliar las pérdidas físicas y mentales que lo acompañan. A las consabidas recomendaciones sobre un estilo de vida saludable y adecuado para la edad, los científicos añaden ahora el potencial control de la maquinaria genética que interviene en el proceso. El conocimiento de los genes que se activan o bloquean durante el envejecimiento podría dar lugar a verdaderos interruptores de la vejez.
«Es difícil imaginar cómo será la vida cuando la gente pueda sentirse joven, y sin apenas enfermedades, hasta bien entrados los noventa». Así concluyen los investigadores estadounidenses David A. Sinclair y Lenny Guarente un artículo publicado en la revista Scientific American. No son los únicos que dan por hecho que las generaciones humanas de dentro de un par de décadas serán bastante más longevas que sus abuelos. La investigación en las causas del envejecimiento, y en cómo ralentizarlo, ha dado pasos de gigante en los últimos años, hasta el punto de que, para muchos, incluso los actuales cincuentones podrían llegar a beneficiarse de sus aplicaciones.
Lo explica Jay Olshansky, veterano investigador en longevidad de la Universidad de Illinois en Chicago, Estados Unidos, en The Scientist: «Los recientes avances científicos [en este campo] no tienen nada en común con las afirmaciones de quienes ofertan terapias anti-edad capaces, según ellos, de retrasar, frenar o revertir el proceso de envejecimiento humano». Es más, todavía no existe ningún tratamiento que sea capaz de lograrlo, asegura el investigador. De lo que se trata es de llevar a la práctica los resultados de la investigación a escala de los mecanismos más básicos que causan el proceso de envejecimiento. Si eso se consigue, afirma Olshansky, «la ciencia del envejecimiento tiene el potencial de hacer posible lo que hoy no consiguen el quirófano, ninguna píldora ni cambio comportamental: extender nuestro años de vigor juvenil». Del mismo modo, acortar significativamente la etapa en que se padecen enfermedades inhabilitantes y costosas para la sociedad.
El punto de partida es un cambio de concepto revolucionario: no es cierto, como se creía hasta ahora, que los organismos tengan un tiempo máximo vital inscrito en los genes. No hay genes del envejecimiento, sino un deterioro progresivo de los sistemas biológicos. «Hubo una época en que los científicos creían que el envejecimiento era una fase activa del desarrollo genéticamente programado del organismo, de forma que cuando un individuo alcanzaba una determinada edad sus 'genes del envejecimiento' le llevaban a la tumba», escriben Sinclair y Guarente. «Pero hoy creemos que el envejecimiento obedece simplemente al desgaste del cuerpo, debido a que decaen sus sistemas normales de reparación y mantenimiento». ¿Y por qué este desgaste? Por la propia selección natural, explican los investigadores: no hay motivos, al menos no evolutivos, para mantener en marcha un organismo una vez superada su etapa reproductiva, aquella en la que transfiere sus genes a la siguiente generación.
Es un cambio de enfoque con implicaciones importantes. Entre otras razones porque los investigadores han descubierto que el deterioro de los mecanismos de reparación no es inexorable y que, además, es posible manipularlo a voluntad. En otras palabras: viene a ser como si el cuerpo tuviera interruptores que afectan a la velocidad con que envejece, interruptores «potencialmente ajustables», dice Olshansky.
¿Cómo llevar a cabo el ajuste? He ahí la cuestión. Los interruptores son sin duda genéticos, pero eso no significa que sólo sea posible intervenir en ellos manipulando los genes. Los investigadores conocen ya varias maneras eficaces de prolongar la vida en animales, y creen muy posible el desarrollo de fármacos que también lo logren. Ninguna de ellas se fundamenta en la intervención genética. Por ejemplo, la forma más exitosa de conseguir que un ratón, gusano, rata, perro y probablemente primate viva hasta un 30 por ciento más de lo habitual es restringir en hasta un 40 por ciento su ingesta calórica. El fenómeno se conoce desde hace más de 70 años, y aunque no se han hecho experimentos en humanos ya existe una Sociedad de Restricción Calórica que promueve este método para lograr la longevidad. Lo hacen, eso sí, alertando de sus riesgos: entre otros, pérdida de fertilidad, líbido y el acabar padeciendo trastornos de la conducta alimentaria. Pero, ¿por qué funciona este método? La respuesta, según Sinclair y Guarente, no reside en que una dieta hipocalórica frena el metabolismo y por tanto la emisión de los tóxicos radicales libres, como se creía hasta ahora. Comer mucho menos funciona porque activa, mediante una ruta bioquímica específica, una familia de genes que ayudan al organismo a sobrevivir en condiciones de estrés. En mamíferos se sabe que los efectos de estos genes incluyen cambios en las defensas celulares; en los mecanismos de reparación y producción de energía; y en la activación de la muerte celular programada (término conocido como apoptosis).
Sinclair y Guarente apoyan su teoría en sus experimentos que muestran que, si se altera en animales transgénicos los genes que ellos relacionan con la restricción calórica (una familia de genes llamados sirtuins), la vida de estos organismos se prolonga en un 30 por ciento. Estos mismos genes, según se ha publicado en la revista Cell, una de las biblias de la investigación biomédica, son los que dotan de estabilidad al ADN, la doble hélice que contiene nuestro código genético. Su alteración en ratones, según han visto investigadores del Hospital de Niños de Boston (EE.UU.), puede conducir a una aceleración súbita del envejecimiento. Algo así como la reproducción en condiciones de laboratorio de la progeria, enfermedad que reproduce los efectos de la vejez en niños que apenas superan los diez años de vida. Es justamente el efecto contrario al buscado.
La pregunta es: ¿Podría lograrse el mismo efecto de la restricción calórica o de la manipulación genética pero por vía farmacológica? Los experimentos hasta ahora muestran que sí. Aplicando una sustancia llamada Resveratrol, que activa los genes sirtuins (lo mismo que la restricción calórica) Sinclair y Guarente también logran prolongar la vida de distintos organismos hasta el citado 30 por ciento. Y los genes sirtuins son sólo uno de los interruptores en que trabaja la comunidad científica. Sin embargo, nadie quiere crear falsas expectativas. El mensaje es: no es esperable que nosotros ni nuestros hijos pasen de la centena de forma rutinaria, aunque tal vez nuestros nietos sí. Lo que sí se espera a más corto plazo es que de la investigación en genes de longevidad se deriven fármacos para tratar enfermedades asociadas a la vejez, desde el alzheimer al cáncer. Y eso sí lo podremos disfrutar nosotros, aseguran los científicos.
«No se trata de vivir más años, sino de que los que vayamos a vivir los vivamos con mejor y mayor calidad». La aseveración, cada vez más reiterada, es de Jesús Tresguerres, catedrático de Endocrinología de la Universidad Complutense de Madrid (España) y Director de la Unidad Antienvejecimiento de la Fundación Tejerina. En el marco de un coloquio con periodistas de información sanitaria de la asociación ANIS sobre ¿Qué hay de verdad y mito en las terapias antienvejecimiento?, Tresguerres insistió en el mismo concepto: «El envejecimiento es un proceso paulatino y progresivo que implica cambios estructurales y funcionales en el organismo». Por ejemplo, citó el experto, a medida que avanza el envejecimiento aumenta la materia grasa, disminuye la masa muscular y se produce el deterioro de muchas funciones, en especial las de los órganos de los sentidos (visión, audición) y las del sistema respiratorio, cardiovascular, renal y el músculo esquelético. Sin embargo, el envejecimiento no afecta a todos por igual, e incluso es posible, según Tresguerres, «modificar el proceso» con la adopción de hábitos de vida saludables. Pero no hay magia en las recomendaciones de este especialista. Los consejos de Tresguerres coinciden con las recomendaciones habituales: realización de un ejercicio físico suave (andar, nadar, montar en bicicleta, correr) tres veces por semana; restringir la ingesta de calorías; consumir frutas y verduras, sobre todo aquellas que contienen vitamina C y E; y reducir hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol.



martes, mayo 08, 2007

Los pies

Una persona recorre unos 100.000 kilómetros a lo largo de su vida, lo que equivale a unos 140 millones de pasos. Ante estas cifras, no cabe duda de que hay que mimar los pies. Su mayor enemigo son los zapatos ajustados.
Un consejo al respecto: nunca se compre zapatos por la mañana porque los pies están descansados y más tarde tenderán a hincharse; opte por calzado de suela gruesa, de tacón bajo y confeccionado con materias naturales.
Y, ¿por qué no dar una alegría a nuestros pies? Sólo tiene que caminar descalzo media hora al día. Además, es conveniente que los pies suden para evitar escamas, aunque se deben lavar con asiduidad.
Para terminar el día, nada mejor que premiarlos con un buen baño de agua tibia, cubriéndolos después con una capa de aceite y limón; sentado y con los pies en alto, deje que transcurran 10 ó 15 minutos.



lunes, mayo 07, 2007

Adiós a la regla

¿Se tomaría usted una píldora que terminara con su periodo? En Estados Unidos es probable que esta opción esté disponible si la FDA, la agencia estadounidense del medicamento, da el visto bueno, como está previsto, a Lybrel, una píldora anticonceptiva que no contempla descansos, por lo que sus usuarias no tendrán más la regla. La polémica, no obstante, está servida ya que este asunto levanta ampollas en diferentes sectores.
No se trata del primer paso en esta dirección, en el año 2003 la farmacéutica Barr lanzó al mercado Seasonale, con el que sólo se tienen cuatro reglas al año. En septiembre de 2006, la versión genérica de este producto, fabricada por Watson, se puso a la venta. Los datos económicos indican que ninguno de los dos se ha llevado un gran pedazo de los 1.700 millones de dólares que supone el mercado de los anticonceptivos orales en el país norteamericano.
Las expectativas de Wyeth, la compañía que está detrás de Lybrel, son muy optimistas ya que, según informa su director para la salud de la mujer, Ginger Constantine, esperan alcanzar ventas anuales por valor de 250 millones de dólares. La compañía espera que la FDA le dé el visto bueno cuando se reúna para discutir el asunto. Según la compañía, las encuestas que han realizado sugieren que casi dos tercios de las mujeres estarían dispuestas. Sin embargo, Wyeth tendrá que convencer a las usuarias potenciales de los beneficios y desterrar sus miedos. De hecho, actualmente ya no existe ninguna razón médica para que las mujeres que toman anticonceptivos tengan el periodo. La 'menstruación' que se produce mientras se consume la píldora es 'falsa', una suerte de señal para que la usuaria sepa que todo funciona correctamente. Las encuestas de Wyeth también revelan que la mitad de las mujeres se sienten cómodas con sus periodos, como indicador de que no están embarazadas. "La idea de que la menstruación debe ocurrir mensualmente en mujeres sanas, no embarazadas, se ha perpetuado con el empleo de contraceptivos orales diseñados para imitar la duración media de un ciclo menstrual normal", lamenta el médico Andrew Kaunitz (especialista en salud reproductiva e investigador de Seasonale) en su famoso ensayo 'Escoger si, y cuándo, menstruar'. El abanico de opiniones es amplio, desde mujeres que rechazan su menstruación a las que la ven como algo espiritual, pero lo más frecuente es tener sentimientos enfrentados y el paso de suprimir la regla suele ser difícil de dar.
El tema ya ha desencadenado un encendido debate en los Estados Unidos, tal y como ha plasmado el documental 'Period: The end of menstruation?' (Periodo: ¿el final de la menstruación?), de la realizadora Giovanna Chesler.
Agrupaciones como la Sociedad para la Investigación sobre el Ciclo Menstrual (que aúna a mujeres de diversas disciplinas, como médicos, psicólogas y políticas) emitió en 2003 un comunicado en el que insistía en que hace falta más información sobre la seguridad de la píldora que elimina la menstruación. La medicina, defienden, todavía no comprende las implicaciones a largo plazo de interrumpir a largo plazo los periodos femeninos. Muchos críticos recuerdan los riesgos que, con el tiempo, mostraron las hormonas para la menopausia. "Alterar el clima hormonal de las mujeres sanas, con menstruación, con el propósito de acabar con sus periodos es, en una palabra, imprudente", dice Susan Rako, médico especialista en salud de la mujer y autora de numerosos libros sobre el tema. Para Rako, se trata el "mayor experimento sin control de la historia de la ciencia médica".
Sin embargo, sus partidarios defienden que, según los estudios realizados, no parece tener más riesgos que las píldoras anticonceptivas. Señalan, asimismo, los millones de mujeres que, cada mes, no acuden al colegio o al trabajo a causa de sus dolorosos periodos.
Para los que se aferran al carácter natural de la menstruación, Kaunitz recuerda un dato: "las mujeres occidentales actuales tienen unos 450 periodos hasta la menopausia, mientras que sus ancestros preagrícolas tenían unas 160 ovulaciones en toda su vida".