Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

miércoles, octubre 08, 2008

La cerveza

Benjamín Franklin escribió en su día que "la cerveza es una prueba de que Dios nos ama y de que quiere que seamos felices". Exagerado o no, la verdad es que, desde los primeros tiempos de la humanidad, el hombre conoce los efectos beneficiosos de la ingesta moderada de alcohol. Así, cuando pasamos de ser cazadores a agricultores nuestro desconocimiento sanitario nos hizo sufrir múltiples enfermedades derivadas del uso de aguas inadecuadas. Y, empíricamente, acabamos por darnos cuenta de que si bebíamos nuestras bebidas fermentadas, cerveza y vino principalmente, se reducían nuestras enfermedades.
La cerveza es, pues, una bebida milenaria que ha estado siempre presente en la dieta (mediterránea clásica sobre todo) y cuyo consumo moderado, una al día, puede aportar nutrientes a la dieta habitual. El consumo moderado aporta a nuestro organismo ácido fólico, vitamina esencial para el mantenimiento de la vida celular y favorece el proceso de formación ósea. Además previene enfermedades vasculares y reduce el fenómeno oxidativo responsable del envejecimiento del organismo. Igualmente, el consumo de cerveza sin alcohol, puede estar incluido en la dieta de aquellas personas que padecen hipertensión arterial, puesto que una cerveza sin alcohol diaria aporta calcio, potasio y sodio. Se recomienda, asimismo, en dietas de adelgazamiento.
En todo caso, conviene recalcar que el consumo medio de cerveza debe ser siempre moderado ya que un exceso de ingesta de alcohol puede provocar problemas muy variados. Aparte de los terribles derivados de la dependencia alcohólica: el alcohol es muy energético, 7 Kilocalorías por gramo, comparadas con las 4 de los hidratos de carbono o proteínas; el alcohol hace que la glucemia, la glucosa en sangre, baje, con lo que se estimula demasiado el apetito; el alcohol interfiere la absorción de vitaminas y minerales y dificulta el consumo metabólico de las grasas; para metabolizar los excesos de alcohol el hígado se inunda de grasas.
Por el contrario, el efecto saludable del consumo de cantidades moderadas de alcohol y más particularmente del consumo moderado de cerveza está muy documentado científicamente. Así, las altas propiedades estrogénicas del lúpulo de la cerveza, más potentes que las de la soja, puede hacer que incluso se utilice en el futuro en lugar de la terapia hormonal sustitutiva. Y, relacionando ello con el riesgo de osteoporosis, algunos fitoestrógenos del lúpulo de la cerveza son especialmente activos para evitar las pérdidas óseas. Otros datos diferentes han sido aportados en años pasados por diversos grupos internacionales de investigación en los que se describe como el consumo moderado de cerveza disminuye el riesgo de sufrir cálculos renales y/o hepáticos. En varios países se han publicado trabajos sobre las propiedades anti-cáncer de la cerveza o de sus componentes. El lúpulo contiene flavonoides que inhiben ciertos tipos de cánceres en cultivos celulares. Un grupo japonés que analizó veintisiete tipos diferentes de cervezas de todo el mundo encontró que contenían potentes sustancias inhibidoras contra diversos carcinógenos producidos durante la cocción de los alimentos. También la cerveza muestra un efecto protector frente a la bacteria Helicobacter pylori, causante de muchos cánceres de estómago. Respecto al envejecimiento y deterioro mental también existen datos a favor del consumo moderado de cerveza. Algunos se deben a su efecto dilatador sanguíneo, sus propiedades diuréticas y su ayuda para mejorar el sueño. Otra investigación realizada en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) sobre 4.000 parejas de hermanos varones gemelos descubrió que, entre ellos, los bebedores moderados de cerveza lograban mayores puntuaciones en las pruebas de capacidad mental que los no bebedores o los muy bebedores. Más aún, otro estudio holandés, descubrió que los bebedores moderados de cerveza tenían un menor riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer. También, la revista 'New england journal of medicine' publicó un trabajo de investigación realizado durante doce años sobre 38.077 hombres, indicativo de que aquellos que bebían un mínimo de cuatro vasos de cerveza semanales presentaban un 33 por ciento de ataque cardíacos menos que los abstemios, mientras que la cifra se redujo a un 16 por ciento para los consumidores de solo uno o dos vasos. Otra investigación diferente, realizada en la Universidad de Emory durante catorce años señaló que entre hombres y mujeres mayores, con una edad media de 74 años, los que bebían, al menos, un vaso diario tenían entre un 20 y 50 por ciento menos de riesgos de sufrir un infarto cardíaco. Diversos estudios en varios países han llegado a la misma conclusión de que la ingesta moderada de cerveza incrementa los niveles de ácido fólico y de antioxidantes y disminuye los de colesterol y de fibrinógeno, todo lo cual favorece la salud cardiovascular. Para los que ya han sufrido un infarto, si beben una cerveza diaria su pronóstico futuro es mucho mejor que para el grupo de no bebedores. En el mismo campo de riesgos cardiovasculares, un trabajo americano sobre mujeres posmenopáusicas encontró que el consumo de un vaso de cerveza diario disminuía el colesterol malo y aumentaba la concentración del colesterol bueno. Otra investigación holandesa del año 2000 demostró que la ingesta de cerveza aumentaba un 30 por ciento los niveles de vitamina B6, lo que hace disminuir la concentración de homocisteína, un aminoácido cuya elevación se relaciona con diversas incidencias cardiovasculares. Esa misma investigación y otra realizada en la Universidad de Texas (Estados Unidos), en el 2001, encontraron que la cerveza era mejor que otras bebidas alcohólicas por su mayor contenido en nutrientes beneficiosos, vitaminas B y minerales.
Así, en resumen, la cerveza no solo es una fuente de minerales, vitaminas y fibra, sino que, además, no tiene contenido graso y no aporta más de 40 Kcal. por cada 100 ml. al cuerpo humano. A parte de ser una compañera sabrosa de reuniones y un refresco energético en verano, la cerveza, es una bebida diurética, gracias a sus altos niveles de potasio y sus bajos niveles de sodio. Además, es una de las pocas bebidas que contiene lúpulo, un sedante suave y un amargo estimulante del apetito. Nos encontraríamos ante una bebida de baja graduación alcohólica, por lo que su consumo moderado tiene efectos positivos en nuestro organismo. Se dice de ella que por su poco contenido de calcio y abundante magnesio, tiene valores preventivos contra todo tipo de enfermedades de corazón y evita la formación de coágulos sanguíneos y piedras en vías urinarias. Su consumo moderado provoca una disminución de la retención de agua actuando como diurético. Lo que vulgarmente denominamos como "barriga o tripa cervecera", en realidad no existe, sino que es el alto consumo calórico de alimentos ricos en grasas la verdadera causa de esa corpulencia. El consumo moderado de cerveza no afecta al peso de una persona, ya que un litro de cerveza equivale a entre 400 y 500 Kcal. (aproximadamente las mismas calorías que contiene, en las mismas cantidades, un zumo de naranja). Aquellas personas que deseen adelgazar y mantener al mismo tiempo un consumo moderado de alcohol, deberían reducir las calorías en las comidas, sin que sea absolutamente necesario convertirse en abstemio. Su consumo moderado (en adultos sanos que observen una dieta equilibrada se estima en 250 ml/día para las mujeres y 500 para los varones según recientes revisiones realizadas por prestigiosas instituciones internacionales) aportará más de 2.000 nutrientes y compuestos beneficiosos para la salud.
Por su parte, la cerveza sin alcohol, también según diversos estudios, es la bebida más ligera después del agua. Y entre sus principales propiedades está que contiene vitaminas como: B1, B2 y B6, así como glúcidos de asimilación lenta como el almidón y un apreciable aumento de las fibras alimenticias. Al igual que la cerveza tradicional, la que no contiene alcohol está provista de ácido fólico que previene los riesgos de enfermedades cardiovasculares, previene la anemia, estimula el apetito, evita el estreñimiento y ayudan en los procesos de calcificación. La cerveza sin alcohol es recomendada para las personas que practican algún tipo de deporte, siguen una dieta (tiene tres veces menos calorías que un refresco), para las mujeres embarazadas o que están en la etapa de lactancia; así como quienes por prescripción médica, no pueden ingerir alcohol; de igual forma es muy adecuada para las personas que tienen que conducir pero desean probar el agradable sabor de una buena cerveza.