Porque más vale prevenir que curar, háztelo mirar.

martes, abril 05, 2011

Cansancio psíquico crónico

El actual modo de vida conlleva un elevado riesgo de producir estrés crónico, que está en la raíz de muchos trastornos físicos y psíquicos, como la depresión, y también está relacionado con algunas de las adicciones más habituales, que se usan como vías de escape: ya sea tabaco, alcohol, pornografía o drogas.
Prevenir el cansancio de origen psíquico, especialmente el que se va acumulando poco a poco, durante mucho tiempo y se convierte en crónico, es primordial. Este tipo de cansancio pasa inadvertido durante muchos años y es difícil de tratar, al contrario que el cansancio físico, fácil de percibir y ponerle solución.
El cansancio psíquico crónico está relacionado con la manera de vivir de cada uno. Hay muchas personas que ponen toda su atención en el mundo exterior: trabajo, familia, amigos, y procuran hacerlo muy bien, de modo oportuno, y agradando a todos siempre. Y sin embargo, apenas prestan atención a su mundo interior. Al cabo del tiempo, cuando la resistencia al esfuerzo disminuye por la edad, empiezan a presentar signos y síntomas de cansancio crónico que, en multitud de casos, derivan en patologías físicas como cefaleas, astenia, insomnio, dolores de espalda, molestias digestivas o hipertensión arterial. Entonces, se acude al médico en busca de una solución para los síntomas pero no para las causas, por lo que el problema de fondo no se resuelve. Con el pasar del tiempo, el cansancio psíquico se complica con alteraciones psicológicas, especialmente con la depresión.
El cansancio crónico se da en personas de carácter o personalidad perfeccionista, hiperresponsables, muy autoexigentes, pendientes de logros o éxitos, con marcada propensión al activismo y a las obsesiones, con tendencia a sentirse culpables de las cosas que no van bien en su entorno, competitivas y voluntariosas. Estas personas están siempre en tensión, debido a la necesidad patológica de cumplir sus obligaciones con el mundo exterior, y abandonan los deberes respecto a sí mismas: el descanso, el disfrute y la relajación.
Recalcar la importancia de evitar el estrés crónico mediante un más sano modo de vida, evitando el estrés y relajándonos en la medida de lo posible a diario. Así, todos los días debemos disfrutar porque a diario sufrimos; a diario debemos relajarnos porque todos los días nos ponemos tensos; todos los días debemos descansar porque a diario nos cansamos. Si no lo hacemos, las personas que continúen en tensión permanente y no sepan cambiar el ritmo acabarán rompiéndose, especialmente a partir de los cuarenta años.
El ejercicio físico, el disfrute de los sentidos, el cine, la música, leer, la contemplación, los juegos, la risa o la jardinería son algunos de los muchos antídotos a nuestro alcance. Alcanzar un equilibrio jerárquico entre la cabeza (inteligencia y voluntad) y la afectividad (sentimientos, emociones y estados de ánimo) lleva a la maduración psicológica, que favorece la salud mental y nos ayuda a ser felices. Lo contrario (el desequilibrio) produce personalidades inmaduras (neuróticas, en términos psicológicos), condenadas a padecer cierto grado de angustia existencial, y para las que es difícil conseguir la felicidad.